¡Oh, Santísima Virgen María, Madre de Dios y nuestra!, invocada con el dulce título deNuestra Señora de las Lágrimas por esta tu Hermandad, no olvides desde tu gloria dirigiruna mirada bondadosa a este hijo tuyo que lucha contra las adversidades y miserias deesta vida. Ten piedad de los que recurrimos a Ti, fervientes cofrades tuyos, con todo elfervor de nuestra alma. Ten piedad de todos aquellos a los que amamos. Ten piedad delos que lloran, de los que rezan y de los que temen. Danos a todos la esperanza y lapaz.Madre, hazme testigo sincero y fiel del amor de tu Hijo, para que pueda ya vivir, desdehoy aquí en la tierra, el Reino Prometido.Que así sea.
Efectivamente es una bonita oración, pero ayer oí algo que aquí no está y fue lo que me emocionó sobremanera, porque traía muchos recuerdos de heridas muy recientes en todos nosotros. besos.
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