miércoles, 1 de agosto de 2012

EL SANTISIMO CRISTO DE LAS BATALLAS DE PIEDRTAHITA



lunes, 30 de enero de 2012

IMAGENES DE LA PASIÓN DE LA CIUDAD DE SEVILLA: SANTA MARÍA MAGDALENA.




Real e Ilustre Hermandad de la Inmaculada Concepción y Primitiva y

Franciscana Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte,

Santa María Magdalena y Nuestra Señora de la Hiniesta Dolorosa

y Gloriosa Coronada

MAGDALENA



Déjame estar así toda mi vida

sentada ante tu puerta,

sin pedirte, Señor, ni que me mires

cuando vayas a vuelvas.




Déjame estar así toda mi vida

con el alma prendida de tu belleza

y luego muy despacio suavemente,

ir besando la sangre de tus huellas.



Déjame estar así toda mi vida

abrasada de amor en tu presencia.




ANA MARÍA ESTEVAN ECHEVARRÍA





Fotografía realizada por Víctor Hernández Mayoral el domingo de Ramos del año 2.010 en la Avenida de la constitución de Sevilla, es la imagen de la Magdalena que postrada a los píes acompaña al Señor de la Buena Muerte de la Cofradía de la Hiniesta en su estación penitencial de ese día. Pertenece al archivo personal del autor de este blog.

jueves, 27 de octubre de 2011

ORACIÓN A LA VIRGEN DE LA PAZ




María, Reina de la Paz,
Haz que nos pongamos en camino
respondiendo a la invitación de tu Hijo
anunciando su Reino de Paz.
Que anunciemos este Reino,
huyendo de la tentación
de hacerlo con el poder o la guerra,
con la fuerza, con la violencia
y sí, lo hagamos, con la entrega
de nosotros mismos,
con el amor llevado hasta el extremo,
con la fuerza de la Cruz de tu Hijo.

Ayúdame, Madre, a estar siempre dispuesto,
no al triunfo fácil, a la glorias de este mundo,
y sí a la pasión y al martirio,
perdiendo, si es preciso, la vida,
por el bien, el amor y la paz.

María, Virgen de la Paz,
interce ante el Padre Dios, para que
conceda al mundo el don de la Paz,
que nos haga instrumentos de su paz
en un mundo desangrado por las divisiones,
el odio y el egoismo.

María, Madre de la Paz,
haz que el encuentro de Asís,
propiciado por el Santo Padre Benedicto XVI
favorezca el diaologo entre las diferentes religiones
y surja de él un rayo de luz
que ilumine la mente y el corazón de los hombres,
para que el rencor deje lugar al perdón,
la división, a la reconciliación,
el odio, al amor
la violencia a la masedumbre
y reine así en el mundo la Paz.

VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
27 de octubre de 2.011.
Joranda de Oración por la Paz

domingo, 9 de octubre de 2011

ANTE EL CRISTO DEL CALVARIO


En medio de la noche,
madrugada de primavera,
apareces en mi vida,
para recordarme,
¡cómo si lo hubiera olvidado!
Mirándote en la Cruz,
que eres la única esperanza,
que puede dar sentido,
y llenar de plenitud
cada incierto día de mi vida.

Un eco, lejano,
de metal, madera y aire,
intenta penetra, sin lograrlo,
en la serenidad de tu Muerte,
¡Muerte que es vida,
muerte que es gozo
para el lama que te ama!
Penetrar, donde sólo hablan,
las heridas de tus píes y manos,
¿Acaso alguien podrá decir
nunca mejores palabras?

Cuatro hachones de cera,
pregoneros del Cirio,
que descansa esperando,
ya desde esta hora,
el alegre amanecer de la Pascua;
iluminan tu cuerpo yerto,
que ya ha dado vida,
a las flores que le acompañan,
en esta hora de muerte,
soledad y Vida.

¿Acaso necesitas más,
Cristo del Calvario,
para pregonar a los cuatro vientos,
en esta madrugada de abril,
que aunque muerto en la Cruz,
ya empiezas a vivir?


VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL

10 de octubre de 2.011

jueves, 30 de junio de 2011

MEDITACIONES ANTE EL SEÑOR DEL CALVARIO II



Así me gusta, verte, Cristo del Calvario, con las brazos abiertos, esperando incansablemente, mi abrazo.
Saber que teras el afán de cada día, al mirarte, encuentro en tu rostro, la paz necesaria para mi descanso.
Besar la medalla de nuestra Hermandad, y sentir la paz y el Amor que tu Cruz me ofrece. Y oír, como dices al Padre: “Perdónale, porque no sabe lo que hace”. Y poner en tu costado mi cabeza, para escuchar, sin vida, tu Corazón, que se resiste a dejar de amarme, a pesar de mis olvidos, mis caídas, y mis imperfecciones, tu estas dispuesto a seguir amándome, Cristo del Calvario.
Y mirándote, cada noche, repasar mi día en el libro abierto de tus heridas, preguntándome si no es egoísmo este quejarme mío frente a las contradicciones, a los problemas que van surgiendo cada día, viendo ante mí, a Dios Todopoderos y muerto en la Cruz, donde yaces, Cristo del Calvario.
Y si el sueño, no me vence, y puedo continuar leyendo en tus renglones de sangre, escuchar tu voz que me pregunta: si verdad te amo, si estaría dispuesto a gastar mi vida, como tu gastas la tuya por la mía.Y avergonzado, bajo la cabeza y te prometo contestarte al siguiente día, por que en este ya estoy muy cansado. Pero ese noche, en lugar de abrir tu Libro, beso la medalla de la Hermandad y me duermo. Y dormido me hablas y me preguntas, como a Pedro, ¿me amas? Y esperando mi respuesta, esperas mi llegada con tus brazos abiertos en un abrazo infinito que aguarda mi cuerpo para abrazarme, Crsito del Calvario.

jueves, 23 de junio de 2011

MEDITACIONES ANTE EL SEÑOR DEL CALVARIO I





Te buscaba, siempre te he buscado, en lo alto del cielo, pero no habitabas entre las nubes, ¡tan lejos del hombre! Una estrella, pequeña, insignifcante atalaya del cielo, me invitó a volver sobre mis píes y regresar a la tierra y buscarte en el lugar más humilde de la tierra.

Pero no escuche a la estrella, ni seguí su mensaje ¿Para qué? Temía encontrarte inferior a mí, tan necesitado como yo, y eso me daba miedo. ¿Acaso podías ser tu como yo o inferior a mí? ¿Como podías ayudarme?

Desande el camino y me puse frente al mar, oteando el horizonte y las olas, buscándote entre las rocas e intentando oír tu voz en la furia del mar. Pero allí tampoco estabas tú. La voz del mar hablo y me pidió, igual que la estrella, que me volviera a tierra firme y te buscará en el lugar más humilde de la tierra.

Pero tampoco escuche el mar. ¿Cómo podía buscarte humilde si necesitaba tu fuerza para hacerme fuerte frente a mi destino?

Cansado volví, por fin mis pasos. Tropece en mi camino. Caí exhausto, creí que las fuerzas nunca podrían abandonarme, pero me abandonaron. No encontraba fuerza que me mantuviera en píe y enfangado en el suelo me preguntaba: ¿podría caer más bajo?

Y entonces, en mi barro, te vi, una noche, entre cuatro hachones de cera. Desnudo,
humillado, sin nada. Y mirándote sonreí, mientras de alma se apoderaba una gran paz. Y entonces mirándote en la Cruz, igual que estaba yo, comprendí, Cristo del Calvario, que sólo en la Cruz el hombre se encuentra contigo.