lunes, 15 de febrero de 2010

MAÑANA DEL DOMINGO DE RAMOS EN SEVILLA


Domingo de Ramos. Concluye el tiempo de las Vísperas y al ciudad estrena un hermoso día de primavera. El Giraldillo símbolo de la fe de Sevilla porta en sus manos una palma o una rama de Olivo, que un clérigo de la Catedral le subio esta madrugada. El Giraldillo dirige el agudo coro de bronce de las campanas de la Giralda que anuncian desde su atalaya que a las puertas del Salvador, llama con insistencia el Hijo de María bendita, subido en una humilde borriquilla. Mientras el coro de bronce de la Giralda proclama a los cuatro puntos de la ciudad un gozoso himno litúrgico:


Hosanna, hosanna,

bendito el que viene,

en nombre del Señor,

Hosanna, hosanna.


El Cabildo catedraliceo inaugura la Semana Mayor de Sevilla, con palmas salen del templo catedraliceo, ninguna imagen acompaña esta litúrgica procesión, sin duda la más importante de todas cuantas se celebran en estos días, pues es la única que se celebra en todo el orbe cristiano al mismo tiempo. Esta procesión es la primera estación de penitencia de la ciudad del Gualdaquivir.


En el Salvador hay una gran fila de gente que quiere ver en el templo los titulares de la Cofradía del Amor, y besar las divinas plantas del Nazareno de Montañes, del Nazareno de Pasión. Un grupo de niños juega en la rampa, sentado frente a ellos, un anciano sueña con otro Domingo de Ramos, cuando él jugaba en esa misma rampa, hace ya muchos años. ¿Hay memoria o recuerdo más hermoso que el de este anciano evoca esta mañana?


La Campana, Sierpes, La Plaza, la Avenida, la Plaza de la Virgen de los Reyes, son ahora un río de asfalto que espera la lluvia de cera de miles de nazarenos que inunde su curso de cera de multiples colores cuando concluya la Semana Santa.


En bolsillos de americanas descansa el Llamador, el Nazareno, o cualquier otro programa subrayado. En alguna ventana, una túnica colgada. Los días, ¡tanto tiempo esperados, tan largo tiempo anhelados comienzan a ser pasado, sin haberse iniciado todavía!


Hasta anoche itinerarios de papel, dentro de pocas horas, serán calles repletas de aromas, marchas, plegarias. En el corazón de muchos, que se convierte esta mañana de Domingo de Ramso en niño, una misma ilusión: ver la primera Cruz de Guía, ver pasar el primer nazareno que camina veloz hacía su templo, escuchar la primera marcha, o volver a estar en el mismo sitio donde hasta el año pasado compartido con un ser querido, que este año ya no estará. ¿Acaso hay memoria o recuerdo más hermoso que este de hacer presente al ausente.


VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL

15 de febrero de 2.010

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