miércoles, 16 de marzo de 2011

LA MANO


La mano del Padre que hizo el mundo en seis días, cansada de crear, busca en la tierra descanso. La mano que volvía vida, en San Andrés, es, ahora, un surtidor de esperanza para aquellos que viven en la desesperanza. La mano que convirtió el agua en vino, riega de sangre la tierra sedienta. La mano encayecida de hacer el bien, es surtidor de vida en las Calles de Sevilla, cada Lunes Santo.
La mano que buscaban los ciegos para recobrar la visión perdida, la mano que buscaban los mudos para recobrar el habla, los muertos para vivir, ahora, ella yerta, lanza, en silencio, despacio, muy despacio, semillas de trigo que son promesas de Vida Eterna.
La mano que dibujaba el rostro del hombre, ahora dibuja con su sangre un nuevo reino en la tarde del Lunes Santo Sevillano. Fruto de esa mano, de ese surtidor de sangre es una rosa que es mudo testigo de una Resurrección, ya presentida en la tarde oscura de la sabana que cubre la muerte de Dios.

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