martes, 15 de marzo de 2011

LA VENIA



Al llegar a la Plaza del Duque sintió que las piernas le fallaban. Era Domingo de Ramos. Volvía a sentir en su estomago aquellas mariposas en su estomago, que le acompañaron no hace muchos años, cuando, realizó su primera estación de penitencia . Aquella tarde de marzo, aquel Domingo de Ramos, fue la primera vez en la historia de su Cofradía, para ella; y para otras muchas mujeres que pudieron vestirse de nazarenas, por primera vez en la historia.
El tiempo transcurrido entre la llamada de la Hermadad y esta hora, había transcurrido igual deprisa que aquella cuaresma, esperando la hora de salir y bajar la rampa del Salvador vestida de Nazarena. Y estos días, como en aquellos, los nervios le impidieron dormir muchas noches. Las pesadillas, ahora, no eran igual que entonces. Pero en las dos tardes, la niña, ahora casí adolescente, iba a realizar un sueño.
Aquel domingo de Ramos, al abrirse las puertas del Salvador, y este, al pisar la Plaza del Duque sintió una zarpa en su pecho, las piernas le fallaban. Allí abría una página en la historia de su Cofradía, aquí tenía el honor y la responsabilidad de ser la primera mujer en pedir la Venía en la Campana en la Semana Santa Sevillana.
A punto de revirar hacía la Campana, el cielo ázul, que tantas veces había pedido esa cuaresma a la Borriquita iluminaba esta tarde de abril. La Plaza del Duque estaba a punto de ser abandonada y a su cabeza volvió el recuerdo de otra tarde plomiza de invierno ,cuando volvía a su casa, tras las clases de inglés de aquel día. Sus padres la miraban sonrientes, ella no entendía el porqué de aquella sonrisa. Nada extraordinario había pasado en us vida para aquella felicidad paterna. En el salón, mudo testigo de la vida familiar, un gran cuadro del Santísimo Cristo del Amor. Su madre, al verla entrar en la casa, se levantó del sofá y la estrecho fuertemente entre sus brazos. El padre fue el encargado de comunicar la noticia, otro día, víspera, como aquel, de un domingo de Ramos, él había vivido una escena parecida. El mismo calor de un abrazo materno y la misma alegría en el hogar familiar. "Hija has sido elegida para pedir la Venía en la Campana". Un "Toma" se escapó de sus labios, un toma que desmostraba su alegría, su felicidad por ser elegida aquel año, para un acto tan importante para la Hermandad y para la ciudad de Sevilla.
Ya se veía la esquina de la Campana. "Mira esa es la niña que va a pedir la venía este año". Oía decir. Los flasesh de las cámaras se disparaban a su paso, era el centro de muchas miradas aquella tarde del Domingo de Ramos. Iba a pedir la Venía para la Hermandad de la Borriquita una mujer y eso había sido destacado en toda la prensa cofradiera de la ciudad.
La Banda marcaba el paso de la Cruz de Guía. ¡Ningún Domingo de Ramos el trayecto entre la Iglesia del Salvador y la Campana se le había hecho tan largo, como este año!. Antes de abandonar la plaza y ver la inmensidad de la Campana, penso ¿cómo podía ser tan grande un espacio tan pequeño? Y entendio, entonces, que aquellos nervios no eran por la Venía. Aquel momento marcaba el fin de un etapa de su vida, el paso de la niñez a la madurez. Ya que a partir de este año no podría volver a vestir su túnica blanca y cubrir su rostro con un antifaz del mismo color con una cruz de santiago roja en medio de él.
Comprendio que, a partir de esa tarde, sus pasos ya no serían vigilados por el Señor de la Borriquita, sus pasos, a partir del próximo año, serían vigilados desde los alto de la Cruz por un Hombre muerto que era todo Amor.
Y sintio nostalgía, mientras avanzaba hacía el Palquillo de la Campana. Pero no era el momento de mostrar sus sentimientos, tenía una responsabilidad y debía llevarla a cabo. Todos los niños de la Cofradía soñaron en algún momentos ocupar el lugar que ahora ella ocupa, y aquello la dio fuerzas.
Se acercó al Palquillo, la bando cayó, un silencio profundo se hizo en la Campana, roto, como siempre y en todo el itinerario por el ruido modesto de las cámaras fotográficas, que impedian en algunos momentos la intimidad del encuentro entre una imagen y sus fieles.
"A Dios por el amor. La primitiva Archicofradía Pontificia y Real Hermandad de Nazarenos de la Sagrada Entrada en Jerusalén, Santísimo Cristo del Amor, Nuestra Señora del Socorro y Santiago Apóstol pide la venía al Consejo de Cofradías para realizar su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral".
Cuando acabo de hablar un nuevo aplauso lleno la Campana, un aplauso que la devolvió a la realidad, de una despedida, su despedida de ser Nazarena del Señor de la Borriquita, para ser Nazarena del Cristo del Amor.

1 comentario:

  1. Muy, pero que muy bonita y entrañable esta entrada dedicada a esa primera nazarena de
    la borriquita, que fue la que pidió la venia
    en esa Semana Santa, que fue su frontera, del
    blanco al negro ruán, que sin duda, ya volverá
    a vestir en este año.

    Gracias por volver y estar ahí.

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