viernes, 19 de marzo de 2010

LA ÚLTIMA SEMANA. HABLA EL CORAZÓN DE LA MADRE.




(Imagen obtenida por el autor de este blog en la mañana del Jueves Santo en la Basílica de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena)
Al llegar hoy a Jerusalén, he sentido algo en mi interior, algo que soy incapaz de entender y comprender. He vuelto a recordar una frase que he oído muchas veces a Jesús: "Aún no ha llegado mi hora". La frase ha martilleado, de nuevo, mi cabeza y mi corazón al contemplar la grandeza del Templo. ¿Y si esa hora ha llegado, y si esa hora fuera ahora?
En las calles de Jerusalén, por donde pasabamos, surgían los rumores, y todos hablaban de Él. Muchos nos miraban curiosos al grupo de los galileos esperando descubrir su rostro. Pero Jesús no venía con nosotros.
Las calles estaban atestadas de gente, era la fiesta de la Pascua, aquella multitud y aquellas calles, me recordaron aquella otra pascua, fue hace unos veinte años, cuando angustiadas buscaba a Jesús junto a José. Ahora también le buscaba. Pero Jesús no estaba en la ciudad. José tampoco ... Saber que mi Hijo no estaba en la ciudad y escuchando los rumores que escuchaba sobre él, aquella ausencia me tranquilizo. Tal vez, Nicodemos, conociendo los planes de los sumos sacerdotes había logrado convencer a mi hijo para que se alejara de la ciudad.
Alguien habló de Caifás y de los Sumos Sacerdotes. Alguien repetía las palabras que aquel acaba de pronunciar en el Templo de Jerusalén: "Es mejor que muera un hombre, que no todo el pueblo por un hombre". Ese hombre, del que Caifas hablaba era mi hijo. Esas palabras eran, sin duda, su sentencia de muerte. Mi hijo acababa de ser condenado a muerte. Aquellas palabras abrieron una herida en mi corazon, clavaron de nuevo la espada que este misma ciudad un anciano sacerdote profetizo. Lo único que me consolaba era que Jesús ahora no estaba en la ciudad. Pensaba, entonces, que tal vez Jesús estaba en el desierto de Judea, lejos de la ciudad y avisado por los amigos no bajaría a Jerusalén en esta Pascua. Pero una nube oscura paso por mi cabeza. Él me había pedido que viniera a la ciudad esta Pascua. ¿Por qué? El quería compartir esta Pascua conmigo. Tal vez sea la última.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
19 de marzo de 2.010
Festividad de San José

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