miércoles, 24 de marzo de 2010

LA ÚLTIMA SEMANA. HABLA EL CORAZÓN DE LA MADRE. MIERCOLES SANTO



Mi hijo está muy sólo. Los discípulos se encuentran divididos, estoy segura, que le han dejado sólo. Ha llegado la hora de repartirse el Reio, piensan, y en su corazón sólo habita la ambición, el anhelo de ser el mayor en el Reino. ¡Sí hubieran visto como entró en el mundo, la noche de Belén! No han entendido nada. Estos tres años junto a Jesús no han servido para nada. Sus corazones son demasiado humanos, todavía. Son incapaces de comprender que Jesús no ambiciona riquezas, que su Reino no es de este mundo, que es Espiritual. Un Reino donde lo importante no es tener mucho, sino amar mucho.
Miro a los ojos de los Apóstoles y los veo asustados. Tienen miedo, mucho miedo. Temen perder su vida. Conocen las noticias que corren por Jerusalén. ¡Hasta mí han llegado esas noticias, a pesar de la distancia! Temen que los Sumos sacerdotes ordenen, no sólo la detención de Jesús, sino que también ordenen sus detención y su condenan a muerte. ¡Son incapaces de beber el cáliz que mi hijo ya está bebiendo!
De todos, ahora mismo, el que más miedo me da es Judas. Judas me rehuye la mirada. Baja los ojos cuando lo miro. Los dirige a otra parte, es incapaz de quedarse a solas conmigo. Pero él encuentra cualquier pretexto para no quedarse a solas conmigo.
Judas ha sido un hombre ambicioso. Lo sé. Un hombre que ha seguido estos años a mi Hijo sólo con el anhelo de ocupar un puesto en su Reino. Creía que estar entre los elegidos de mi hijo aseguraba su presente y sobre todo su futuro. Ama demasiado el dinero.
Nunca he comprendido como Jesús ha podido aceptarle entre sus íntimos. Nunca me atreví a prenguntarselo, desde Cana, cuando me dijo: "¿Y qué nos va a a ti y a mi?", no he vuelto a preguntarle nada sobre su misión. Pero, conociendo a Jesús, estoy seguro que creía que iba a lograr que Judas abriera su corazón a su palabra. Pero, Judas no lo ha hecho, Judas esta hecho de la misma madera de Adán, Judas quería convertirse en Dios, cuestionar a Dios, y eso me da miedo.
Todos sabemos que la vida de mi Hijo tiene un precio. Y los doce se han alejado de Jesús. Judas, también, estoy segura que ya no es uno de ellos. ¿Por qué no puede ser el que le entregue? Me da miedo este pensamiento.
Judas, Judas, Judas, su nombre me sabe a hiel. Judas, ¿Por qué no me has abierto tu corazón? ¿Por qué no has querido hablar conmigo? Si al menos lo hubira hecho. Pero su corazón ha criado callos. No quiere hablar conmigo.
Le he visto alejarse de la casa de Lázaro. Ha bajado a Jerusalén. Mañana comienza la Pascua. Y hay muchas cosas que preparar. Comprar el cordero, comprar otros alimentos, alquilar una habitación para comer la Pascua y él es el encargo del dinero.
Cuando ha vuelto lo he visto más raro que nunca. Traía la mirada caída. Rehuía a todos. Un gesto me ha llamado la atención, me ha llenado de miedo. Asiaba la bolsa de los caudales con fuerza, con miedo a que alguien se la pudiera quitar.
Mirando a sus ojos, también he presentido la muerte, algo le quema por dentro, y lo único que alivia su ardor es el frío del dinero.
VICTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
25 de marzo de 2.010
Día de la Anunciación

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